martes, 8 de mayo de 2012

Jóvenes sin plan de rescate

El próximo viernes 11 de mayo de 2012 en 'LaSexta columna' no nos podemos perder el reportaje 'Jóvenes sin plan de rescate'. 
Según Martin Shutz, todo se encamina a una salida violenta por parte de la juventud.

I Jornada de Joves de CCOO del Vallès Occidental

Os dejamos el link del vídeo resumen de las I Jornades de Joves de CCOO del Vallès Occidental.

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Eina Jove nº2

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Eina Jove nº2

Austeridad o crecimiento, una alternativa que no resuelve los problemas de Europa


07 may 2012 | DIARIO PÚBLICO

Juan Torres López
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla

Las políticas de austeridad impuestas por los grandes poderes financieros por intermedio de los gobiernos de Francia y Alemania y del Banco Central Europeo son un fracaso sin paliativos: han llevado a casi toda Europa a otra recesión, han agravado el peso de la deuda, las asimetrías y el paro, están destruyendo la cohesión social de Europa y derechos sociales cuya conquista costó décadas de conflictos y luchas, destruyen miles de empresas, crean pobreza y exclusión, producen un alejamiento, quién sabe si definitivo, entre la población y las autoridades políticas, y están dando alas a la extrema derecha fascista y neonazi que los banqueros y grandes industriales siempre han azuzado en épocas de crisis.
No hay ninguna experiencia histórica ni evidencia empírica que permita afirmar que se puede salir de una crisis como la que estamos (de racionamiento financiero y falta de demanda efectiva) con menos gasto, de modo que insistir en reducirlo sin tomar al mismo tiempo medidas que garanticen de nuevo la financiación y que proporcionen ingresos adicionales a la población consumidora es una vía que solo lleva a la depresión y al desastre.
La ceguera ideológica de las autoridades políticas y de los economistas que marcan el camino les impide reconocer esta realidad. Y su sumisión a los poderes financieros (solo interesados ahora en aprovechar la crisis para acrecentar sus privilegios) les lleva a insistir en nuevos recortes, que solo sirven para que los bancos, especuladores y grandes empresas aumenten su beneficios y un poder ya omnímodo que está liquidando a las de por sí débiles democracias que se permite el capitalismo de nuestra época.
Los recortes en educación, investigación, innovación, en infraestructuras vitales y en prestaciones sociales solo van a traer años de atraso y una inestabilidad social de terribles precedentes en Europa.
Tan rotunda es la evidencia de todo ello, que desde hace semanas se empezaron a abrir grietas en los bloques políticos dominantes y a filtrarse la idea de que es imprescindible poner fin a esta barbaridad política y económica. La presión de movimientos sociales, de economistas críticos o incluso de las personalidades más sensatas del propio establishment ha contribuido decisivamente a ello y la victoria del socialista Hollande en las elecciones francesas posiblemente sea lo que definitivamente obligue a poner en cuestión las políticas de austeridad.
Pero la alternativa que se está difundiendo frente a ellas es insuficiente e inadecuada: la del crecimiento. Una estrategia que ya ha demostrado que puede ser muy perversa y poco útil si no se matiza claramente lo que implica y a dónde queremos que nos conduzca.
Frenar los recortes de gasto público y en general todas las políticas de austeridad que están impidiendo que se regenere el privado y se recobre el pulso económico es una precondición indispensable para que en Europa se vuelva a crear empleo y para garantizar estándares mínimos de bienestar y protección a toda la población. Pero se trata solo de una precondición para evitar el desastre. Para conseguir que no vuelva a producirse otra crisis mayor y con peores perturbaciones y daños que los que ahora estamos sufriendo hacen falta más cosas.
No basta con hacer que crezca el Producto Interior Bruto de cualquier forma ni con inyectar más dinero aún de cualquier modo.
Aunque la crisis se desencadenó en su superficie por la desregulación financiera y por las estafas continuadas que cientos de bancos llevaron a cabo con la anuencia de las autoridades, sus causas profundas (las que la hicieron sistémica) y las que volverán a provocarla de nuevo si no se resuelven, son otras: la gran desigualdad que deriva rentas sin cesar a la especulación financiera, la utilización intensiva y despilfarradora de recursos naturales y energía que rompe la armonía básica y los equilibrios imprescindibles entre la sociedad y la naturaleza, y una progresiva degeneración del trabajo que empobrece a la población y al tejido empresarial y que frena la innovación y el incremento de la productividad.
Sin afrontar todo eso, promover de nuevo el crecimiento del producto interior “a lo bruto”, a base de gasto público e inyectando recursos para la creación de más infraestructuras y para la provisión de más servicios públicos puede frenar la deriva a la depresión en la que nos encontramos, como ya ocurrió con los planes de estímulo, pero será sin duda ago insuficiente y que terminaría provocando problemas aún más graves que los que tenemos.
El crecimiento entendido como un objetivo en sí mismo, sin más matizaciones, medido a través de un indicador tan perverso como el PIB y sin tener en cuenta los costes sociales, ambientales y antropológicos que lleva asociados, favorece la acumulación y volverá a dar buenos beneficios a ciertas ramas del capital, además de generar algo más de empleo y bienestar. Pero, en esas condiciones, éstos últimos no serán los suficientes para alcanzar niveles mínimos de estabilidad y satisfacción social, como demuestra la experiencia vivida en los últimos treinta años, ni con ello se podrá evitar volver a las andadas más pronto que tarde.
Lo que Europa necesita no son planes de crecimiento del PIB sino una estrategia global para la igualdad, el bienestar y la responsabilidad ambiental basada en la promoción de nuevos tipos de actividad, de propiedad y de gestión empresarial, en la generalización del empleo decente, en el uso sostenible de las fuentes de energía y de los recursos naturales que modifique radicalmente el actual modelo de metabolismo socioeconómico, y en la promoción de una ciudadanía democrática, plural, protagónica y cosmopolita. Y también, valga la paradoja, basada en la austeridad pero en lo que ésta tiene de respeto al equilibrio natural y personal y al buen uso de los recursos, y de rechazo al despilfarro; pero no de renuncia a los derechos sociales y a la igualdad, como la entienden los neoliberales.
Y además de ello, son imprescindibles reformas políticas e institucionales que frenen el poder de los grandes grupos oligárquicos y que permitan que las autoridades representativas sean quienes de verdad adopten las decisiones en función de los mandatos de la mayoría social en un marco de una auténtica democracia. Sin crear un auténtico poder público en Europa, sin someter la actuación del Banco Central Europeo a las exigencia de los intereses sociales y sin acabar con su complicidad con los intereses bancarios privados, sin sanear el sistema financiero europeo declarando la financiación de la vida económica como un servicio de interés público esencial, nacionalizando los bancos que no se sometan a él y fomentando nuevos tipos de finanzas descentralizadas y de proximidad, sin disponer de un auténtica hacienda europea y sin replantear el diseño de la unión monetaria, por no mencionar sino las cuestiones más urgentes, Europa seguirá balanceándose irresponsablemente al borde del precipicio y las llamadas al crecimiento solo servirán, si se me permite la expresión, poco más que para marear a la perdiz y engañar otra vez a los pueblos.
La cuestión que hay que poner sobre la mesa en Europa no es si recortamos un poco menos los gastos e inyectamos algo más de recursos a las mismas actividades e infraestructuras de siempre (otra vez carreteras, viviendas, más trenes de alta velocidad… y siempre casi todo en masculino), sino si rompemos o no con el poder de las finanzas privadas y de las grandes corporaciones empresariales y oligárquicas que nos dominan y que son las que nos han llevado a la situación en la que estamos.

Hollande: Renegociación del pacto fiscal e impuestos de hasta el 75%


La renegociación del tratado presupuestario europeo (pacto fiscal) para añadirle medidas de crecimiento es su gran iniciativa del candidato socialista


El programa del socialista François Hollande contiene 60 medidas para cambiar a Francia. El empleo de los jóvenes, la justicia social, y la igualdad de derechos para los homosexuales son algunas de las prioridades. Además, propone sendas reformas fiscal y bancaria. La renegociación del tratado presupuestario europeo (pacto fiscal) para añadirle medidas de crecimiento es su gran iniciativa europea. Y su medida más llamativa, la tasación del 75% para los ingresos superiores al millón de euros.

Desempleo. Los socialistas aspiran a crear 150.000 empleos de futuro en los barrios populares, y 500.000 “contratos generacionales”. Las empresas que contraten a un joven y mantengan a un trabajador veterano durante tres años no pagará las cotizaciones sociales. Además, promete aumentar los costes de los despidos colectivos a las compañías que obtengan beneficios, introducir el diálogo social en la Constitución, y aumentar las cargas sociales a las empresas que abusen de los contratos precarios.

Poder adquisitivo. El salario mínimo se actualizará cada año según el crecimiento del PIB y no sobre la inflación. Ganarán un 30% menos el presidente y los ministros, y se ajustará el sueldo de los dirigentes de empresas públicas. Subirá un 25% la ayuda estatal a la vuelta al colegio.

Pensiones. Regresa la jubilación a los 60 años (Sarkozy la elevó a 62) para quienes hayan cotizado 41,5 anualidades, y el mayor gasto se cubrirá subiendo 0,1 puntos anuales las cotizaciones salariales y empresariales.

Déficit público. Hollande promete bajar el déficit al 3% en 2013 y llevarlo al equilibrio en 2017.

Fiscalidad. Una de las grandes prioridades. Se anularán las exenciones fiscales a los ciudadanos más ricos para recuperar 29.000 millones de euros. El Tesoro francés renegociará los acuerdos bilaterales con Suiza, Bélgica y Luxemburgo para poder cobrar impuestos a los exiliados fiscales. Se introducirá un nuevo tramo del 45% para las rentas superiores a 150.000 euros anuales, y una tasa del 75% para los ingresos que sobrepasen el millón anual. Se suprimiría la exoneración fiscal a las horas extra, salvo a las empresas muy pequeñas, y se crea un nuevo impuesto de sociedades: 35% a las grandes empresas, 30% a las medianas y 15% a las pequeñas.

Banca y finanzas. La reforma bancaria separará a los bancos de depósito y de inversión, prohibirá a las entidades tener actividad en paraísos fiscales, y subirá un 15% el impuesto sobre los beneficios. Además, se prohíben las stock options y se regularán los bonos. La tasa a las transacciones financieras se dedicará a la ayuda al desarrollo y a luchar contra el cambio climático (empezando con tres o cuatro países).

Educación. Hollande promete contratar a 60.000 profesionales de educación en cinco años, reducir a la mitad el fracaso escolar, revalorizar los salarios de los profesores y tocar la ley de autonomía universitaria para dotar de más democracia a los liceos. Otras ideas: construir 40.000 viviendas nuevas para estudiantes, y abrogar la circular Guéant que prioriza la contratación de estudiantes nacionales sobre los extranjeros.

Derechos. El derecho de matrimonio y adopción para las parejas homosexuales y la ley de eutanasia son dos de las medidas faro.

Instituciones. Hollande planea revisar el estatuto penal del Presidente de la República. Los antiguos presidentes de la República no podrán formar parte del Tribunal Constitucional, y los funcionarios públicos condenados por corrupción no podrán ejercer durante diez años. Se suprimiría el Tribunal de la República que juzga a los ministros, y se aprobaría una ley contra la acumulación de cargos públicos.

Barriadas desfavorecidas. Habrá ventajas en el acceso a los empleos jóvenes, una filial de la banca pública de inversión dedicada a los barrios más pobres, y una nueva policía de proximidad.

Energía. Hollande se compromete a reducir la cuota nuclear en la producción de electricidad pasándola del actual 75% al 50% en 2025. Promete tarifas progresivas para agua, luz, y gas; bloqueo de los precios de la gasolina durante tres meses, y más energía renovable.

Europa. Renegociar el tratado presupuestario y promover un nuevo pacto de responsabilidad, gobernanza y crecimiento para salir de la crisis es la gran amenaza para Merkel, junto al nuevo papel del Banco Central Europeo para privilegiar el empleo y el crecimiento, y la creación de eurobonos para mutualizar la deuda europea. Hollande quiere que los presupuestos europeos de 2014-2020 estén al servicio de grandes proyectos de futuro, y promete una agencia de calificación europea.

Inmigración. Habrá un debate anual en el Parlamento para decidir el número de inmigrantes necesarios. Las peticiones de asilo se resolverán en seis meses, y solo se regularizará “caso por caso” a los inmigrantes ilegales.