viernes, 30 de agosto de 2013

Ens solidaritzem amb les companyes i els companys de FICOSA

Les companyes i els companys de la secció sindical de CCOO de FICOSA (antiga SONY) capitanejats pel secretari general de CCOO del Vallès Occidental i treballador de la mateixa, Enrique Rodríguez, es van tancar ahir a les oficines de RR.HH de FICOSA i no pensen sortir fins que l'empresa pagui als treballadors i treballadores els seus sous.

Companyes i companys, estem amb vosaltres!


A continuació podeu llegir el comunicat oficial de CCOO de Catalunya:

LA DIRECCIÓ DEL GRUP FICOSA COMUNICA ALS COMITÈS D’EMPRESA
QUE ES TORNA A RETARDAR EL COBRAMENT DE LA NÒMINA

En aquest moment els companys i companyes de la secció sindcal de CCOO del grup
FICOSA es troben  tancats al departament de recursos humans de Viladecavalls juntament
amb el secretari general de CCOO del Vallès Occidental, treballador de FICOSA, a causa del
tercer retard en el cobrament de la nòmina.
Avui han estat convocats a una reunió els representants de tots els comitès d'empresa del
grup FICOSA a Viladecavalls i Rubí, per comunicar un nou retard en el pagament de les
nòmines que significa el tercer retard en el pagament de la nòmina en el que va d'any.

Des dels diferents comitès d'empresa s’ha sol · licitat informació del motiu i han mostrat la
preocupació pel que comença a semblar una norma i no un problema puntual. A més, aquesta
situació ja la van viure els treballadors i treballadores de FICOSA fa uns anys.
Pel que fa a les diferents opcions que estan estudiant, la primera serà exigir, tal com regula
l'Estatut dels treballadors, l'interès per mora en el pagament del salari del 10 per cent de la
part deguda (aquesta vegada serà sobre la totalitat de la nòmina).

Oficina de Premsa de CCOO de Catalunya
Barcelona, 29 d’agost de 2013

jueves, 29 de agosto de 2013

El fracaso del socialismo liberal del PSOE, ese partido mal llamado de izquierdas


Vicenç Navarro
Ya en 2006, predije qué era lo que ocurriría en España y también lo que le pasaría al partido mayoritario de las izquierdas españolas, el PSOE. En mi libro El subdesarrollo social de España: causas y consecuencias, escrito aquel año, hice una crítica del pensamiento económico del PSOE, prediciendo lo que pasaría y ha pasado. La caída casi en picado del apoyo popular al PSOE a partir de la crisis (y lo que es más importante para explicar el declive, a partir de la respuesta del equipo económico a la crisis) era totalmente previsible.
En lugar de alegrarme de haber acertado en mis estimaciones, me apena llevar razón, pues hubiera sido mejor para el país que yo estuviera equivocado. Las consecuencias de lo ocurrido para España han sido enormemente negativas. En realidad la respuesta del equipo económico del gobierno Zapatero a la crisis preparó el terreno para el desarrollo de las políticas neoliberales del gobierno Rajoy. El camino a seguir lo estableció el gobierno Zapatero, aunque el gobierno Rajoy lo haya transformado en una autopista muy ancha, con cinco carriles, por los cuales pasan todas las políticas más duras del neoliberalismo.
Ni que decir tiene que el gobierno Zapatero dio pasos positivos, y algunos muy positivos, en las áreas de defensa de los derechos humanos, de igualdad de género y también en varias áreas sociales. Pero, en las áreas económicas su comportamiento y respuesta era de libro de texto liberal. Esta doctrina económica quedaba bien plasmada en el libro titulado De nuevo socialismo del que era mentor en economía del candidato y más tarde Presidente Zapatero, el economista Jordi Sevilla.
En el libro, Jordi Sevilla subrayaba la necesidad de bajar impuestos, establecer un tipo único de gravamen, quitar énfasis de las políticas redistributivas, no subir el gasto público, liberar lo que llamaba las energías del sector privado y priorizar el mercado como sistema de reparto de recursos mejor que la intervención pública. Este libro utilizaba un discurso, una narrativa y una argumentación idénticos a los utilizados por los autores de inclinación liberal, a la que debería referirse ahora como neoliberal por su dureza. El famoso discurso del Presidente Zapatero en el que sostuvo que “es de izquierdas bajar impuestos”, dado en el año 2005, derivaba directamente de ese pensamiento económico (ver el capítulo 1.3 “El debate sobre la estrategia socialista: el nuevo socialismo” de la cuarta parte de El Subdesarrollo Social de España, páginas 276-283).
Al discurso del Presidente Zapatero siguió la reforma fiscal de 2006 que rebajó sustancialmente los impuestos, creando, en 2008, un agujero en las cuentas del estado de nada menos que 27.223 millones de euros, que se intentó tapar, al iniciarse la crisis, a base de, entre otras medidas, la congelación de las pensiones. En realidad, el ahorro que el gobierno Zapatero intentó conseguir con esa medida (1.200 millones de euros) se hubiera podido conseguir revirtiendo la bajada del impuesto de sucesiones (2.552 millones de euros), la del impuesto de patrimonio (2.100 millones) y/o la de impuestos de las personas que ingresaban más de 120.000 euros al año (2.500 millones de euros).
Jordi Sevilla había incluso propuesto la introducción de seguros privados en la sanidad pública, a fin de corregir los déficits de gasto público existentes en el sector sanitario. El impacto de esta medida hubiera facilitado la polarización por clase social de la sanidad pública española, tal como ocurre en Catalunya.
La línea liberal aparecía también en las posturas defendidas por Miguel Sebastián, coordinador al principio del programa electoral económico del PSOE y más tarde asesor económico del Presidente Zapatero, antes de pasar a ser Ministro de Industria. Coincidiendo con Jordi Sevilla, subrayó en varias ocasiones (ver su artículo en El País. 14 de abril de 2002) la necesidad de bajar impuestos y no aumentar el gasto público, lo cual significaba que España continuaría siendo uno de los países de la eurozona con menos ingresos al estado y menos gastos en su estado del bienestar. Las propuestas de no aumentar el gasto público de Jordi Sevilla y Miguel Sebastián se hacían en uno de los países, España, con el gasto público (incluido el social) por habitante más bajos de la UE-15, el grupo de países con un desarrollo económico similar al de España.
Por si fuera poco, Miguel Sebastián, en una entrevista en El País (21 de septiembre de 2003), indicó que estaba totalmente en contra del intervencionismo público. Y, mostrando un notable desconocimiento de la realidad estadounidense, se refería al Partido Demócrata (al cual atribuía políticas económicas anti intervencionistas) como modelo para el PSOE. En realidad, el gobierno federal de EEUU es el gobierno más intervencionista de los países de la OCDE, el grupo de países más ricos del mundo. A través del sector militar, el gobierno federal ha configurado la economía estadounidense. Como bien dijo en su día el Secretario de Defensa de nada menos que la Administración del Presidente Reagan, el Sr. Caspar Weinberger, “el gobierno federal de EEUU tiene la política industrial más avanzada de la OCDE”. Ambos partidos, el Demócrata y el Republicano coinciden en ello. El sector militar industrial está en el centro de la economía estadounidense. Y este sector está dirigido por el estado, gestionado por la Administración Pública. Esto ocurre tanto con las Administraciones Republicanas como con las Demócratas. En realidad, este sector es incluso mayor con la Administración Obama que lo que lo ha sido con Administraciones anteriores.
Su otro comentario en la misma entrevista, señalando el estado del bienestar estadounidense como un referente político para España, también refleja su escaso conocimiento del estado de ese país. En realidad, hay casi un consenso en el panorama político estadounidense acerca de que la sanidad por ejemplo, en EEUU, es un ejemplo de ineficiencia, ineficiencia altamente costosa y sumamente impopular. La privatización de la sanidad y su gestión por las compañías de seguros privadas han sido un “desastre” (mess en inglés, término utilizado por los presidentes Nixon, Bush Sr., Clinton, Bush Jr. y Obama).
Los puntos de vista de Jordi Sevilla y Miguel Sebastián eran representativos de la cultura económica dominante en el gobierno Zapatero, aunque no siempre en el partido PSOE. El carácter presidencialista del gobierno Zapatero explica que se rodeara de economistas que compartían su ideología. Como resultado, el Presidente Zapatero pasó a ser uno de los presidentes menos populares que han existido en España durante la época democrática.
El declive político del PSOE y del PSC
Estas medidas fueron las responsables del colapso político del PSOE, arrastrando con él al PSC en Catalunya. La identificación y defensa del altamente impopular gobierno Zapatero por parte del PSC contribuyó en gran medida a su derrota.
Pero todos los indicadores parecen señalar que no hay plena conciencia de las causas de la derrota o el error de esas políticas económicas. La falta de cambio en la dirección del PSOE es un factor causante del continuo declive. Y su falta de autocrítica contribuye a esta sensación de continuidad. Esta situación se da también en el PSC, donde un economista, Maurici Lucena, que se considera discípulo de Julio Segura y Miguel Sebastián, y admirador de sus políticas, es el segundo de a bordo del PSC y, a la vez, su portavoz parlamentario, que siguiendo la línea liberal responsable ha escrito un libro, En busca de la pócima mágica, donde, sorprendentemente, continúa defendiendo estas políticas. Mientras tanto, todo el debate dentro del PSC, se centra sobre su falta o su exceso de catalanismo. Parece que el PSC no entiende lo que ha pasado, ni en España ni en Catalunya. El tripartito, en contra del mensaje promovido por las fuerzas conservadoras, fue un gobierno progresista que en muchas áreas, incluso las económicas (antes de que llegara la crisis), llevaba la marca socialdemócrata en sus leyes y propuestas. En las áreas sociales, los cambios fueron significativos, lo que explicaba su popularidad, a pesar de tener a los medios, incluidos los públicos, en contra. Fue su defensa de las políticas de Zapatero y su respuesta a la crisis las que determinaron su gran bajada electoral. Hoy, en toda Europa, el fracaso del neoliberalismo es absoluto. Todos los gobiernos socialdemócratas que llevan a cabo este tipo de políticas han colapsado. Y España, incluyendo Catalunya, no ha sido la excepción.

lunes, 26 de agosto de 2013

Lucha de clases y sanidad pública


Armanda B.Ginés
la República.es

Para concitar la repulsa mayoritaria a las medidas privatizadoras de la sanidad pública, muchos colectivos recién llegados a las movilizaciones utilizan la coartada de que todas las iniciativas y protestas no guardan vinculación alguna con motivos ideológicos o similares. No es cierta esa visión restringida del asunto. Detrás de las privatizaciones se esconde el neoliberalismo y una forma radicalmente capitalista de entender un modelo de sociedad concreto. A nadie escapa que a las manifestaciones que se vienen sucediendo desde hace meses han acudido personas por causas muy diversas: la amenaza que pende sobre gran parte de los trabajadores sanitarios en sus empleos, pacientes que han visto como las prestaciones de sistema público se han deteriorado de manera muy notable, ciudadanos que ven la sanidad pública y universal como un derecho fundamental en una sociedad más justa, equitativa, igualitaria, participativa y solidaria y emigrantes irregulares expulsados del sistema público de salud.
Por tanto, detrás de la ofensiva de la derecha para fulminar el sistema público de salud sí hay ideología:una sociedad para ricos y otra para pobres, división que viene dictada por la esencia misma del capitalismo, donde unos tienen el capital suficiente para comprar mano de obra a precio siempre rentable para sus intereses y otros solo cuentan con su fuerza de trabajo para sobrevivir, es decir, comer, vestirse, habitar un hogar hipotecado o en alquiler, en definitiva, reproducir su fuerza laboral para hacer girar la rueda productiva del régimen capitalista.
El negocio de la salud privada se dirige a clientes que pagan sus servicios, mientras que la sanidad pública atiende a pacientes en igualdad de condiciones, sujetos de derechos constitucionales y humanitarios inalienables que con sus impuestos sufragan el propio sistema que les da cobertura. La diferencia entre un sistema y otro es sustancial: clientes privados versus seres humanos con derechos universales imprescriptibles.
El recorte salvaje del gobierno del PP de 7.627 millones de euros (cifra en aumento constante mediante triquiñuelas presupuestarias) a la sanidad pública busca la ruina del sistema por varios caminos: eliminar la universalidad del mismo, aumentar las listas de espera y reducir el personal y las infraestructuras disponibles. A estas ruinas provocadas por el neoliberalismo llegarán como lobos hambrientos las aseguradoras privadas y las empresas interesadas en hacer de la rapiña sus ingentes beneficios futuros. Potencialmente en España cuentan con un mercado de 47 millones de personas.
La feria de mercaderes en la sombra tiene nombres propios, entre otros, Ribera Salud, Sacyr Vallehermoso, Adeslas, Sanitas, Asisa y Capio, empresa cuyos ingresos provenientes de conciertos públicos ya ascienden al 75 por ciento de su cuenta de resultados. La comunidad valenciana, Madrid, Canarias y Castilla-La Mancha son las regiones donde el ritmo de las privatizaciones es más acusado.
En EE.UU., este modelo privatizador a ultranza, que ya lleva décadas en vigor, obliga a 250 millones de personas a contratar seguros médicos complementarios a la deficiente sanidad pública,dejando a los más pobres, unos 50 millones de residentes en suelo estadounidense, sin ninguna cobertura sanitaria. Resulta evidente que aquel que posee medios económicos puede cuidar su salud; el que sobrevive en la indigencia o le es materialmente imposible dedicar una parte de su salario a cuidados sanitarios se queda fuera del sistema.
La actual etapa de privatizaciones no es más que una aceleración de su ritmo para alcanzar las cotas máximas que tiene en mente el PP con sus políticas neoliberales. Privatizar ya se ha hecho desde hace tiempo y mucho. Según el lobby español IDIS del sector privado de la sanidad, este colectivo ya gestiona mediante conciertos con la red pública casi el 90 por ciento de las hemodiálisis, más de la mitad de las radioterapias, cerca del 30 por ciento de los diagnósticos por imagen y el 20 por ciento de la atención hospitalaria, porcentajes que se incrementan a diario de forma opaca a través de decisiones políticas tomadas sin el oportuno debate parlamentario. Es evidente que quieren más, todo si ello es posible.
Casi supone una obviedad señalar que el sector privado busca enfermos rentables, aquellos que maximizan sus beneficios con cuotas de enganche suficientemente caras para no hacer uso en exceso de sus servicios. Distintos estudios a escala internacional indican, que siguiendo esa regla de oro capitalista de ensanchar de forma sostenida el margen de beneficio, hace que la sanidad privada alargue los tiempos de estancia en la UCI y servicios de urgencia para no ocupar plazas regulares no rentables en planta, mezcle a pacientes de diferentes tratamientos en servicios comunes no especializados y de altas hospitalarias prematuras con el propósito de dejar camas vacías para otros clientes potenciales. Esos estudios de largo recorrido también demuestran que en los hospitales privados los brotes infecciosos se producen más asiduamente y que sus tasas de mortalidad son más altas que en la sanidad pública.
Son datos que se ocultan porque los poderes fácticos que alimentan las privatizaciones son enormemente poderosos. Ideológicamente hablando cabría resaltar la terminología que se usa de modo habitual en los medios de comunicación para denostar lo público y alabar lo privado sin que se note mucho el sesgo informativo de cualquier noticia o artículo. Siempre se habla de gasto público y de inversión privada, la intención semántica salta a la vista sin grandes esfuerzos analíticos. Lo público es oneroso y lo privado mira al futuro es la doble idea madre que se transmite por activa y pasiva a la sociedad en su conjunto.
El poderoso lobby farmacéutico
En esta guerra ideológica a favor de lo privado, la industria farmacéutica es un grupo de presión gigantesco y aliado estratégico de las políticas privatizadoras de la sanidad pública.Crea tendencias desde las bases mismas del sistema subvencionando congresos médicos y cursos de especialización universitarios. Muchos facultativos, aun sin ser plenamente consciente de ello, son agentes ideológicos de las multinacionales farmacéuticas y sus mafiosos métodos para abrir mercados a toda costa. La filosofía inquisitorial de estos grandes emporios controla incluso la forma de ser y pensar de la OMS y OMC. Sus ramificaciones alcanzan asimismo los más importantes medios de comunicación a nivel mundial.
La industria farmacéutica necesita más enfermos para lograr mayores beneficios. Curar no es su objetivo central sino aliviar los síntomas para enganchar a los pacientes de por vida a sus remedios químicos. Muchos médicos han denunciado estas realidades, incluso poniendo en riesgo sus carreras profesionales, pero el silencio mediático cubre estas situaciones críticas casi por completo. A las multinacionales farmacéuticas no les importa la salud sino la enfermedad: la buena salud sería un mercado en declive. Además, ellos mismos se arrogan la definición de buena salud, un imposible metafísico pues siempre habrá síntomas inventados por el marketing farmacéutico para que todos pensemos que algo va mal o no demasiado bien en nuestro organismo. Esa duda inducida por la cultura del riesgo casi siempre nos llevará a una consulta médica y de aquí a la farmacia para engancharnos a un placebo o sucedáneo químico o especialidad de marca prácticamente inútil o irrelevante en nuestro proceso psicológico de paciente compulsivo técnicamente enfermo.
Otro dato no menos importante es que la omnipotente industria farmacéutica controla las patentes a escala mundial y de modo casi exclusivo. Cualquier alternativa natural es vetada por ella y los facultativos que la prescriben anatemizados y expulsados de la sabiduría oficial. Lo que no luzca como marca patentada por las multinacionales farmacéuticas no existe a efectos reales. Los daños colaterales que provocan estas situaciones de hegemonía son incalculables en países pobres o con epidemias endémicas: no pueden fabricar principios activos sanadores porque están encarcelados en patentes asesinas cuyos propietarios no las ceden por nada del mundo. Antes muertos (los pobres) que salvar gratis a un ser humano desahuciado. Señoras y señores, esto es capitalismo, pagar o no pagar, he ahí el dilema, o sea, morir o no morir.
La industria farmacéutica de la medicina de la enfermedad se llena la boca diciendo que sus investigaciones son muy costosas, por eso tienen que cubrirlas con el manto de las patentes para sufragar los gastos y obtener un legítimo beneficio. Pero aquí también las estadísticas desmienten sus buenos propósitos: gastan más del doble en promocionar comercialmente sus productos que en investigación real. En internet pueden bucearse datos de esta realidad distorsionada por el marketing de las principales multinacionales del sector.
Un estudio exhaustivo de los franceses Philippe Even y Bernard Debré, Guía de los medicamentos útiles, inútiles o peligrosos, viene a corroborar la tesis de que la industria farmacéutica persigue más el negocio que curar las enfermedades, eso sí con la ayuda inestimable de muchos médicos desaprensivos. Even y Debré analizaron las cualidades terapéuticas de 4.000 fármacos comercializados en Francia, hallando que solo el 25 por ciento eran útiles para los pacientes que las tomaban. La mitad, sin paliativos, eran inútiles, una de cada cinco especialidades provocaban intolerancias varias y una también de cada veinte eran potencialmente peligrosas para la salud. Estamos refiriéndonos a un país desarrollado, en la cima de la globalidad y de la civilización occidental.¿Qué datos alarmantes arrojaría un estudio en países del Tercer Mundo o con sanidad privada mayoritaria?
La sanidad privada, con el apoyo entusiasta del lobby farmacéutico, es un negocio muy nocivo para la salud pública. O entendemos la salud como un derecho fundamental por el simple hecho de nacer ser humano o la selva del capitalismo solo salvará de la enfermedad a los elegidos de la clase pudiente. En realidad, el gasto se reduciría una barbaridad porque solo suponen el uno por ciento de la población mundial; el resto solo somos trabajadores, perfectamente prescindibles e intercambiables por otro clon que solo busque sobrevivir e ir tirando hasta que nuestra fuerza laboral sea incapaz de crear plusvalías para el sistema capitalista. Vivir con dignidad o ir tirando, he ahí el ser o no ser al que nos enfrentamos actualmente. El neoliberalismo únicamente quiere medicina privada de elite para los ricos y asistencialismo caritativo público para los pobres. La salud, como el agua y el aire, debería ser un bien inalienable que no admitiera ni su enajenación ni su especulación mercantil. Hacer frente al neoliberalismo también es luchar por la sanidad pública.