martes, 4 de junio de 2013

Que ha pasado en Islandia



Vicenç Navarro


Para muchas opciones de izquierdas, Islandia era un punto de 
referencia, mostrando el camino que las fuerzas progresistas debían 
seguir. Esta visión, ampliamente extendida, estaba  basada en una 
lectura de lo que había ocurrido en aquel país durante el periodo 
entre 2008 y 2009, cuando la población se rebeló encontra de que el 
Estado salvara a los bancos que habían llevado el país a la ruina 
mediante sus actividades especulativas. En lugar desalvarlos, la 
población exigió que se llevara a los tribunales a los dirigentes de los 
bancos y al gobierno que los había supervisado y ayudado en sus 
especulaciones, demandando también que se estableciera una nueva 
Constitución basada en una amplia participación popular, eligiendo 
una coalición de un partido de izquierda, el Partido Socialdemócrata, 
con el Partido Verde, para que se constituyera en gobierno y dirigiera 
el país en el periodo de Transición. Tal versión delos hechos permitía 
un optimismo a las fuerzas progresistas y democráticas de otros 
países europeos que habían experimentado crisis financieras 
semejantes, consecuencia también del comportamientoespeculativo 
de la banca, facilitado por la desregulación financiera, en boga 
durante el periodo neoliberal iniciado en los años ochenta. Es más, en 
esta versión se suponía que si un país tan pequeño  como Islandia 
(320.000 habitantes) había hecho lo que había hecho, otros podrían 
también hacerlo. 
Cinco años más tarde, sin embargo, la coalición de  izquierdas fue 
masivamente derrotada y salió vencedora la única coalición de 
partidos de derechas, la misma que había sido prácticamente 
expulsada del gobierno por considerársela responsable de la enorme 
crisis que llevó al país al desastre. ¿Por qué? ¿Qué había pasado? 
La respuesta conservadora y liberal
La respuesta que han dado la mayoría de medios conservadores y 
liberales a esta pregunta es la de que considera laderrota de las 
izquierdas a su falta de realismo y experiencia de  gobierno que, 
intentando aplicar medidas utópicas e irreales, antagonizaron a la 
población, votando de nuevo a aquellas fuerzas políticas más 
realistas, más pragmáticas y con mayor experiencia  gubernamental, 
terminando con el periodo experimental iniciado en las revueltas bien 
intencionadas (las derechas siempre son muy condescendientes hacia 
las izquierdas y hacia los movimientos sociales) pero excesivamente 
ingenuas y poco realistas, del periodo 2008-2009. La votación en la 
última elección, pues, traduciría una vuelta a la realidad. 
Tal versión muy sesgada a favor de las derechas carece, sin 
embargo, de credibilidad. Lo que ha ocurrido es muydistinto a lo que 
se refleja en esta versión de los hechos. En realidad, es casi opuesto 
a lo que tales voces indican. Lo que pasó fue un indicador más del 
desfase entre los movimientos sociales que tuvieronun enorme 
impacto en lo acaecido en el periodo 2008-2009 y los partidos 
políticos con representación parlamentaria, incluyendo los de 
izquierda, que intentaron canalizar tales movimientos. Este desfase y 
distancia explica que, una vez elegidos, los partidos gobernantes de 
izquierda (el Partido Socialdemócrata y el Partido  Verde), aunque 
sensibles a algunas de las demandas de los movimientos sociales y 
del enorme movimiento popular, siguieron políticas  distintas, e 
incluso opuestas, a las que tales movilizaciones habían exigido, 
creando una gran frustración y decepción, que explica su merecida 
derrota en las últimas elecciones, las primeras en las que la población 
pudo expresar su desagrado. Veamos los datos. 
El colapso de los tres bancos (que se dejaron colapsar por parte del 
Estado) –Glitnir, Kaupthing y Landsbanki- en 2008 era inevitable y 
hubiera sido imposible para el Estado poder absorber su deuda (que 
era diez veces mayor que su PIB). La exigencia del  Fondo Monetario 
Internacional (FMI) de que Islandia pagara a los acreedores –
principalmente bancos británicos y holandeses- era  irrealizable. De 
ahí el enfado e indignación de la mayoría de la población que salió a 
la calle. Tal exigencia del FMI era, además, profundamente injusta, 
pues demandaba que fuera la población islandesa la que pagara a los 
acreedores por deudas contraídas por responsables bancarios 
islandeses en complicidad con personalidades políticas, que carecían 
de mandato popular para llevarlas a cabo (una situación idéntica a la 
ocurrida, por cierto, en España). 
En respuesta a este enfado, la estructura de poder  (banqueros, 
magnates de flotas pesqueras y grandes empresas) sevio en la 
necesidad de ceder, pues la situación había alcanzado niveles 
amenazantes para sus intereses. Pero su intento se  basó en diluir la 
aplicación de tales exigencias. Un banquero, por ejemplo, fue llevado 
a los tribunales, pero muchos otros (la mayoría) salieron ilesos. Y la 
coalición elegida contribuyó en gran manera a esta  dilución. Lo que 
los conservadores y liberales definieron como realismo era una 
moderación y practica pactista parlamentaria que frustró a los 
movimientos sociales que les votaron. Ni que decir  tiene que tal 
coalición hizo reformas que paliaron algo la situación desastrosa que 
la crisis había creado entre la clase trabajadora.  (ver Laurie Penny 
“Iceland’s elections: A shattered fairy tale”, New Stateman, 
08/05/2013). 
El desfase entre el Nuevo gobierno y los movimientos sociales
Pero el gran error de la coalición gobernante fue creer que el futuro 
de Islandia estaba en la Unión Europea. Tal creencia estaba reflejada 
en su programa electoral, elemento no compartido por la mayoría de 
la población, que estaba en contra de la integración de Islandia en la 
UE. La coalición de izquierdas que se había opuestoa las exigencias 
del FMI (a que se pagara a los acreedores europeos)aceptaba ahora, 
en cambio, las políticas de austeridad que dictaba la Troika (el mismo 
FMI junto con el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) como 
condición para su entrada a la Unión Europea. La aceptación de tales 
prácticas de austeridad fue la causa de la enorme frustración y 
desencanto de la población hacia el gobierno de coalición de 
izquierdas y su posterior derrota electoral. Fue este movimiento a la 
derecha del gobierno de izquierdas el que causó su  fracaso electoral, 
tal como ha ocurrido en todos los gobiernos de izquierda que han 
seguido tales políticas de austeridad en la UE (verJosé M. Tirado 
“Iceland’s Crippling Elections”,CounterPunch,29.04.13). Este gran 
desfase entre los movimientos sociales (que exigíancambios más 
profundos, e incluso opuestos en algunos puntos importantes, a los 
que se estaban realizando) por una parte, y los partidos de izquierda 
(que se caracterizaron por su gran moderación y escasa vocación 
transformadora, temerosos de enfrentarse con la estructura de poder 
del país) por la otra, originaron este debacle electoral. Contribuyó a 
ello la desmovilización de los movimientos socialestras la elección del 
gobierno de coalición de izquierdas. 
Fue esta derrota de las izquierdas la que causó la  victoria de las 
derechas, las cuales no compartían el entusiasmo delas izquierdas 
por la Unión Europea. El partido mayoritario dentrode las derechas 
era el partido agrícola y de la pesca, temeroso de la integración en la 
UE. Y un elemento central de sus campañas fue prometer reducir el 
enorme endeudamiento familiar a base de concesionespúblicas que, 
con carácter de rentabilidad, tenían gran atractivopopular. Ahora 
bien, la mayor causa de la derrota de la coalición de izquierdas fue la 
enorme decepción que sus políticas crearon. País tras país, partidos 
gobernantes de izquierda han sido expulsados del poder por aplicar 
políticas de austeridad que carecían de apoyo y mandato popular. Así 
de claro.